No ha superado su derrota en la encuesta interna de Morena.
Se niega a aceptar que fue un fraude como diputado federal.
Tampoco asimila la eliminación de su jefe Adán Augusto López Hernández de la candidatura a la presidencia de México, planeando boicotear el trabajo de Claudia Sheinbaum.
Es un tipo rencoroso, dueño de una soberbia ofensiva.
No trabaja solo, sus cómplices tienen nombre y apellido, entre otros: Enrique Doger Guerrero; Fernando Manzanilla Prieto; el ahora panista oportunista Iván Galindo Castillejos; el priista Néstor Camarillo; el exalcalde de la secta “El Yunque”, Eduardo Rivera Pérez; su socio, protegido y delincuente de altos vuelos, Arturo Rueda Sánchez; el violador de jóvenes Saúl Huerta Corona, quien lo apoya desde la cárcel; la candidata ignorante a diputada por Tehuacán, Araceli Celestino Rosas que, con un lenguaje prosaico, no se cansa de denostar al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Alejandro Armenta.
En las últimas horas, Mier Velazco, ha empezado a enarbolar un discurso de odio, de división entre los poblanos, como el que pronunció en Ajalpan donde dice que “no será alcahuete de imposiciones; que sean los que ganen, lo digo yo como fundador y con el compromiso que tengo conmigo mismo”. ¿Se habrá acordado que sus hijos van por posiciones plurinominales, Daniela e Ignacio Mier Bañuelos; o quizá de él mismo que va por la misma vía al senado?
¡Qué cinismo!
Y en las últimas horas se atrevió a pedir que los legisladores plurinominales deben desaparecer.
¡Vaya desvergüenza!
Así, pues, Nachilisky, como le conocen en la Cámara Baja, conminó en Ajalpan a protestar y mostrar inconformidad, diciendo: “No debemos permitir injusticias si queremos realmente hacerle caso a la voz y a la voluntad del pueblo; no podemos aceptar injusticias; en la democracia todo se puede y en la democracia lo primero que debe haber es diálogo y democracia”.
Mier, negoció la entidad con grupos de poder; ofreció candidaturas; solicitó financiamientos a su campaña adelantada con la promesa de recuperar con creces lo invertido.
No es gratuito el extrañamiento que le lanzan Olga Lucía Garci Crespo, presidenta del Comité Estatal de Morena; Jaime Natale Uranga, líder del Partido Verde de México; Malliela Gómez Maldonado, coordinadora de Fuerza por México; Lizeth Sánchez García, comisionada política nacional del PT en Puebla y Emilio Salgado Néstor, presidente estatal de Fuerza por México.
En el documento que signan, le recuerdan a Mier que, por encima de los intereses, voluntades y aspiraciones personales, está el interés del pueblo. Pero, además, intenta violentar los acuerdos y negociaciones de los partidos.
Los poblanos recuerdan a Ignacio Mier Velazco como el gran traidor de Morena, porque sirvió a los intereses de Rafael Moreno Valle Rosas, a quien le pidió protección para el extorsionador Arturo Rueda Sánchez, a cambio de vanagloriarlo en las páginas de su desprestigiado periódico Cambio; fue parte de la servidumbre de Antonio Gali Fayad como alcalde y gobernador; apoyó a Martha Erika Alonso, jugándole las contras a Miguel Barbosa. Siempre simulando sus bajos instintos.
No sería raro que la Comisión de Honor y Justicia de Morena tome cartas en el asunto, que podría desembocar en la pérdida de la candidatura a senador y hasta la expulsión de Morena.
La última gracia de Ignacio es haber ordenado a su contlapache Arturo Rueda Sánchez, pegarle sin miramientos al presidente Andrés Manuel López Obrador, porque no le perdona no haberlo convertido en coordinador estatal en Puebla de la defensa de la cuarta transformación.
POSDATA: Incontables fueron las veces que en Reflexiones advertí de los sentimientos venenosos de Ignacio Mier Velazco; que tarde o temprano traicionaría junto con su pandilla y que ordenaría a sus periodistas que cobran en su nómina, atacar a Morena, Céspedes, Armenta, López Obrador y Sheinbaum.
No tardó mucho en sacar las uñas.
POSDATA 2: Descubrir y exhibir a los traidores es fundamental. Solitos se están quitado la careta.
POSDATA 3: Ignacio Mier Velazco, siendo secretario general del ayuntamiento desde 2004, ordenó en 2005 que, las casetas donde se distribuía el periódico ABC, fueran arrojadas a la calle frente al zócalo, sobre la 2 sur. Fue el inicio de la persecución a mi persona y a mi familia, en represalia por la defensa que le hice al entonces Gobernador Mario Marín Torres en el caso Lydia Cacho.
Y lo sigo haciendo sin dudarlo.
Enrique Doger, negó haber dado la orden. Él era el alcalde y Mier su mesero.
Desde entonces, ambos soñaban con tumbar a Marín y quedarse con la gubernatura.
La historia la he contado varias veces. No está de más recordarla nuevamente.
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